LOS QUE TIENEN Y LOS QUE NO TIENEN
“Los
que tiene y los que no tienen” trata sobre las desigualdades de renta y de
riqueza en la historia y en la actualidad. El libro consta de 3 capítulos,
dedicados cada uno de ellos a una forma relevante de desigualdad económica. En
el primer capítulo, su autor, Branko Milanovic, estudia la desigualdad de renta entre individuos
de una determinada comunidad, en la segunda parte aborda la desigualdad de
renta entre países, y en la tercera parte pasa a analizar la desigualdad global
o desigualdad entre ciudadanos del mundo
El primer economista al que analiza es a Vilfredo
Pareto, que existía “una ley de hierro de ladesigualdad interpersonal”,
en la que quería reflejar que la distribución de la renta no variaba según los
diferentes sistemas sociales, ya fuesen sistemas capitalistas o socialistas.
Siempre existe una élite.
Por el contrario, Simón Kuznets, pensaba que la
desigualdad entre personas varía según el tipo de sociedad. La hipótesis de
Kuznets, representada por una U invertida sigue el transcurso del desarrollo
económico: la desigualdad debe aumentar antes de disminuir. Kuznets pensaba
que, a medida que la industria se desarrollaba, la desigualdad iba en aumento,
pues crecía la diferencia entre el sector agrícola, mucho menos desarrollado, y
el industrial.
La conclusión a la que llega el autor, analizando
dichas teorías en una muestra amplia de países, es que ninguna de ellas puede
explicar exactamente el trascurso de la desigualdad. La ley de Pareto se cumple
en el sentido de que en todo sistema hay una élite. Los resultados de la
hipótesis de Kuznets han sido irregulares, sólo se ha cumplido para algunos
países.
El autor también aborda el polémico debate de cómo
afecta la desigualdad a la eficiencia económica. Para Milanovic existen dos
tipos de desigualdad: una buena y otra mala. La primera es necesaria para crear
incentivos. La segunda es la que, en vez de aportar motivación, proporciona los
medios para preservar las posiciones adquiridas.. Ésta desigualdad reduce la
eficiencia económica pues el sistema no distribuye eficientemente los recursos.
Para disminuirla se habrán de distribuir los activos de manera relativamente
equitativa entre las personas, como por ejemplo interviniendo en la
distribución de la educación (capital social). Los efectos negativos o
positivos de la desigualdad en la eficiencia económica, dependerán de la
importancia que le demos al dilema: monopolio social versus los incentivos.
Concluye
con un repaso a la historia de la medición de la desigualdad. La cuestión
fundamental es cómo hay que proceder para medir la desigualdad. Para ello
debemos contar con encuestas de hogares pues estas abarcan a toda la sociedad.
El coeficiente Gini, es el indicador de desigualdad
más popular y es el que el autor utilizará.
En
la segunda parte del libro, Milanovic trata de explicar la desigualdad entre
los países del mundo. Las diferencias entre naciones comenzaron a aumentar tras
la Revolución Industrial, muchos países comenzaron a industrializarse lo que
hizo que sus PIB per cápita ascendieran, mientras que otros se quedaron atrás.
A esto se le denomina “divergencia de rentas”.
Para
poder comparar el PIB per cápita entre países, este debe estar expresado en
unidades comparables. Para ello Milanovic seguirá los pasos de un complejo
proyecto internacional que consiste en asignar un número general al nivel de
precios de cada país. Se toma como unidad el nivel de precios de Estados
Unidos, y se valoran los del resto de los países en relación con él. En
consecuencia, los PIB per cápita de las naciones quedaran expresados en dólares
PPA, una moneda imaginaria que tiene el mismo nivel adquisitivo en India que en
Estados Unidos.
Milanovic
tarta de explicar las distintas razones, por las que es importante la
divergencia de rentas entre los países. Estas son la suerte de la diversidad
cultural, las migraciones y la desigualdad global.
Para
explicar la suerte de la diversidad cultural, el autor determina las razones
del fracaso de la hipótesis de Marx.
Marx
observó que, durante su época, los trabajadores vivían al nivel de
subsistencia, mientras que las clases altas eran las propietarias de la
maquinaria y eran las que se enriquecían. Ante esto, Marx desarrolló una teoría
que defendía que los trabajadores debían de llevar a cabo una revolución
proletaria.
Sin
embargo, esta visión, se vio alterada en los inicios del SXX. Los trabajadores
de países como eeuu o eurpeos ya no percibían una cantidad que sólo les
permitía subsistir, ya no compartían los mismos problemas que los trabajadores
de los países menos desarrollados, por lo cual la solidaridad con la que se
debía de extender la revolución proletaria por el mundo, dejó de existir. El
tercer mundo es el nuevo proletariado.
Hasta el siglo XIX la desigualdad global entre los
ciudadanos estaba determinada por la clase social a la que cada persona
perteneciera. en la actualidad, es más decisivo haber nacido en un país rico,
en el que se tienen posibilidades de crecer, que nacer en un país pobre, con
independencia de la clase social a la que se pertenezca.
El autor llega a la conclusión que en muchos países,
las personas ricas, tienen en realidad menos nivel que las personas más pobres
de los países ricos. Por lo tanto, la nacionalidad es la que determina el nivel
de renta de cada persona.
La emigración constituye una respuesta racional a las
grandes diferencias de renta entre países. Sin embargo, al aumentar el paro
entre las personas naturales de los países occidentales y también por la
resistencia a la heterogeneidad cultural, los países desarrollados están
comenzando a endurecer sus legislaciones para dificultar la llegada, al menos
masiva, de inmigrantes.
Pero es la divergencia de rentas entre los países, la
que constituye el principal factor para explicar la desigualdad global. Ésta se
trata de algo nuevo, pues sólo con la globalización nos hemos habituado a
contrastar y comparar nuestra propia fortuna con la del resto de individuos del
mundo. Esta desigualdad es la suma de las dos anteriores: la existente entre
las personas de una misma nación, y la que se produce entre los distintos
países. Es desde los años ochenta cuando se viene realizando un seguimiento
sobre la desigualdad global. Desde entonces el coeficiente Gini ha permanecido
más o menos constante. Valor de 70.
Para entender por qué la desigualdad global alcanza
ese valor, el autor explica las tres fuerzas que la han determinado en los
últimos treinta años. Dos de ellas han hecho que se incrementase, y la tercera
la ha contrarrestado. Las dos fuerzas que han hecho que la desigualdad
aumentase son: primero, el ascenso de las diferencias de renta entre países,
consecuencia del crecimiento más rápido de algunos, y el estancamiento de
otros. La segunda, es el aumento de las desigualdades de renta entre las
personas de un mismo país. La tercera fuerza, la niveladora, es la gran
capacidad de crecimiento que han demostrado China e India.
No es fácil predecir cómo será el futuro. Varios
economistas, afirman, que la desigualdad global se verá reducida por el
constante crecimiento de países muy poblados como China e India. Sin embargo,
Milanovic, afirma que hay que tener cautela con esta afirmación, pues existen
circunstancias que pueden llegar a distorsionar este avance.
La amenaza más seria para la unidad de China es su
creciente desigualdad interna, lo que está influyendo en su estabilidad
política. Surge el interrogante de si China podrá mantenerse unida pese a las
diferencias regionales que están en constante aumento.
Además, si estos países continúan creciendo de esta
forma, podría llegar un momento en el que se produzca un efecto favorecedor de
la desigualdad sobre otros países, como Bangladesh e Indonesia, que se
quedarían retrasados en su desarrollo.
El autor acaba concluyendo con que el desafío más
importante para el futuro es el progreso económico de África, porque si no ésta
se alejará cada vez más de los demás continentes, aumentando sin duda la
desigualdad global. Así mismo será importante atraer pacíficamente a China y
Latinoamérica al mundo real.
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