¿POR QUÉ PERDIÓ ESPAÑA A CUBA?

 

El 27 de octubre de 1492 Cristóbal Colón descubre la Isla de Cuba en su primer viaje de descubrimiento por la ruta del nuevo mundo. En ese momento Cuba estaba habitada por indios Guanajatabayes, Siboneyes y Taínos. Unos años más tarde, en 1511, un español (Diego Velázquez de Cuellar) llegó, junto a otros 400 hombres, con la idea de colonizar la isla bajo el reinado de la Corona Española. Lo primero que hicieron fue construir siete villas: La Habana, Trinidad, Baracoa, Bayamo, Camagüey, Santiago de Cuba y Sancti Spíritus. Obviamente los nativos de la isla comenzaron a preocuparse y a rebelarse. Sin embargo, la voluntad de los nativos no consiguió superar la fuerza de las armas, por lo que fueron derrotados y capturados para ser utilizados como mano de obra barata.

En menos de cinco años, la población indígena, masacrada, fue reducida a unas centenas de individuos. Con la despoblación ocasionada en la urbe india comienzan a introducir esclavos provenientes de África, pues las represiones y el trabajo forzado habían diezmado la población indígena y la isla necesitaba mano de obra para poder explotar las tierras y trabajar en las industrias.

Por otro lado, siendo base de abastecimiento para las expediciones españolas hacia México y Panamá, Cuba poseía reservas de oro que fueron rápidamente agotadas. La administración local quedó entonces encargada de promover nuevas actividades económicas: el tabaco, las plantas para hacer tinturas y luego la caña de azúcar, conocieron un desarrollo considerable, favorecido por la importación de esclavos africanos.

La Guerra de Independencia de Estados Unidos inspiró a muchos, entre los cuales estaba Carlos Manuel de Céspedes que en 1868 pone las bases de lo que sería la primera gran revolución cubana. Conocida como la guerra de los 10 años, fue sofocada por el General Martínez Campos, por medio de la Paz de Zanjón en 1878.

Sin embargo, el espíritu independista siguió latente en la población criolla, lo que llevó a una nueva sublevación, la llamada Guerra Chiquita que fue rápidamente sofocada.

Estas dos revoluciones fomentaron el nacionalismo en la isla hasta que desembocó en una nueva sublevación, en febrero de 1895, con el grito de Baire, planificada por el Partido Revolucionario Cubano, fundado por José Martí, que manifestó la libertad de Cuba en el Manifiesto de Montecristi. La insurrección fue dirigida por Antonio Maceo y Máximo Gómez y se extendió por toda la isla. A comienzos de 1896 llegaron a las proximidades de la Habana y el extremo oriental.

Ante el temor de las posibles repercusiones internacionales y a una probable intervención de Estados Unidos, los gobernantes de España (Cánovas y Sagasta), manifestaron rotundamente su voluntad de agotar todos los recursos humanos y económicos en la defensa de la colonia, para mantener la soberanía de España en la isla.

En un primer intento de resolver el conflicto, se envió a la isla al general español Martínez Campos quien fracasó en sus intentos de negociación. Se encontró con una guerra de guerrillas mortífera para los españoles y que no consiguió aplastar.

Fue relevado por el enérgico general Valeriano Weyler. Éste llevo a cabo una feroz guerra de desgaste, basada en la superioridad española frente a los cubanos, que recibían armamentos y suministros de Estados Unidos.

Con el propósito de acabar con el apoyo que los mambises (grupo rebelde) recibían del resto de la población, practicó una fuerte y cruel represión aplicando el sistema de trochas. Concentró a la población rural en zonas controladas por las tropas españolas y dividió la isla en compartimentos mediante largas líneas fortificadas. A pesar de los éxitos obtenidos, pues consiguió controlar más de la mitad de la isla, la violencia del sistema hizo que incrementara la resistencia de los cubanos y las protestas de EEUU, ya que la población reconcentrada comenzó a ser víctima de las enfermedades, y las bajas resultaron más numerosas que en el frente.

Mientras tanto en España, Cánovas fue asesinado en el balneario de Santa Águeda, y Sagasta lo sustituyó al frente del gobierno. Ramón Blanco sustituyó al general Valeriano Weyler aplicando una política de blandura, al tiempo que se perdía todo lo conquistado en el último año.

La política española había intentado por todos los medios un posible enfrentamiento con los Estados Unidos. Este país, por el contrario, tenía una actitud imperialista ante el conflicto, y la opinión pública, jaleada por la prensa amarilla, era favorable a la intervención militar en Cuba. La prensa estadounidense presentaba a España como una potencia opresora y defendía el derecho a la libertad de los cubanos.

El incidente que propició el estallido de la guerra fue la explosión del acorazado estadounidense Maine el 15 de febrero de 1898 en la bahía de la Habana. El acorazado había sido a Cuba con el propósito de proteger los intereses los intereses estadounidenses en la isla. Su hundimiento fue el motivo esgrimido por Estados Unidos para declararle la guerra a España. Pese a la propuesta española de estudiar el suceso en una comisión de investigación internacional, los EEUU, atribuyeron toda la responsabilidad a España.

El gobierno de Washington propuso comprar la isla por 300 millones de dólares, oferta que por dignidad Madrid rechazó. Tras la negativa, lanzó un ultimátum exigiendo a España la renuncia de la soberanía en la isla. El 19 de abril de 1898, ante el rechazo español al ultimatúm, el Congreso de los Estados Unidos procedió a la declaración formal de la guerra. La guerra entre España y los EEUU fue muy breve. Se abrió en dos frentes, Cuba y Filipinas y se decidió en el mar. Comenzó en Filipinas, con el hundimiento de la flota española del Almirante Montojo en Cavite el 1 de mayo por la flota estadounidense dirigida por Dewey. Siguió en Cuba, con el hundimiento de la flota del Almirante Cervera, en el puerto de Santiago, el 3 de julio, suceso que sucedió el desarrollo de la contienda. Un mes después se anunció el final de la guerra y la victoria estadounidense.

Posteriormente, se firmó un tratado de paz en París el 10 de diciembre de 1898. España reconocía la independencia de Cuba, y cedía a Estados Unidos Puerto Rico, la Isla de Guam en las Marianas, y las Filipinas, con una contraprestación de 20 millones de euros.

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