CHINA, ¿SUPERPOTENCIA MUNDIAL?
Sin embargo, es todavía una economía pobre en términos de PIB per cápita. Las desigualdades sociales, rendimientos decrecientes generados por la burbuja inmobiliaria, industrias sobredimensionadas, una contaminación medioambiental insostenible, la desaceleración del sector exportador, una relación comercial desequilibrada con Estados Unidos, los controles de capitales, las elevadas tasas de ahorro o la intervención de los tipos de interés; constituyen hoy día desafíos inmediatos para China. Desafíos identificados por la teoría económica que no conviene ignorar, pero tampoco exagerar, es todavía una nación en desarrollo, con un amplio margen para las reformas y el crecimiento económico. La demanda externa resiliente y un sólido consumo interno reforzaron este crecimiento, a pesar de preocupaciones crecientes sobre los riesgos financieros en un contexto de reestructuración económica liderada por el gobierno comunista.
China aún tiene que enfrentar otros muchos desafíos: el envejecimiento de la población y la disminución de la fuerza laboral, la falta de apertura de su sistema político y los problemas de competitividad en una economía, que depende del alto gasto de capital y la expansión del crédito. Sigue habiendo una gran brecha entre el nivel de vida de las ciudades y el campo, entre las zonas urbanas en la costa china y las partes interiores y occidentales del país, así como entre las clases medias urbanas y aquellas que no han podido beneficiarse del crecimiento de las últimas décadas.
La economía ha ido creciendo a un ritmo insospechado y, desde que China entró a formar parte de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en el año 2001, han ido relajándose progresivamente las barreras arancelarias, sectores cerrados a la inversión o cuotas a las importaciones. Un crecimiento que se ha ido decelerando en los últimos años, pero que continúa siendo el mayor de las grandes potencias, alcanzando en el 2016 un crecimiento anual del PIB del 6,7%.
Por su parte, el consumo, que hasta entonces se había regulado y restringido, empezó a dinamizar la economía interna del país, logrando activar un sector privado que en 2005 representaba el 70% del PIB. Es más, la caída del bloque comunista y la escisión en nuevos Estados que abrazaron inmediatamente el capitalismo, aceleraron durante los 90 la transformación política del país, consciente de que la única manera de crear una economía fuerte era el comercio exterior y la inversión extranjera.
China tiene una economía altamente diversificada, dominada por los sectores manufacturero y agrícola. China es el país más poblado del mundo y uno de los mayores productores y consumidores de productos agrícolas. Así mismo es el principal productor mundial de cereales, arroz, algodón, patatas y té. En cuanto al ganado, también domina la cría de ganado ovino y porcino y la producción pesquera mundial. Una serie de planes se han dirigido a transformar, modernizar y diversificar la agricultura para aumentar la productividad. Además, el país es rico en recursos naturales y tiene importantes reservas de carbón (la fuente de energía primaria del país), que representan dos tercios del consumo total. China es el líder mundial en la producción de ciertos minerales (estaño, hierro, oro, fosfatos, zinc y titanio) y tiene importantes reservas de gasolina y gas natural, lo que convierte al país en el quinto mayor productor de petróleo del mundo.
A pesar de la participación del sector servicios en el PIB, que ha estado creciendo en los últimos años, el sector en su conjunto, gravado por monopolios públicos y regulaciones restrictivas, no ha progresado. El desarrollo del sector se ha visto limitado por el enfoque del país en las exportaciones de productos manufacturados y las barreras sustanciales a la inversión en el sector. Sin embargo, el gobierno chino se ha estado enfocando más en los sectores de servicios últimamente, particularmente en subsectores como finanzas, logística, educación, salud y también apunta a ubicarse entre los principales exportadores de transporte, turismo y construcción.
En suma, La República Popular China mantiene su línea de producción a gran escala, su capacidad de comercio global, a las que se suma su reciente interés en invertir en el extranjero. A raíz del Brexit, uno de los potenciales aliados de la economía británica podría ser China, con la que se espera que fortalezca relaciones tras su salida de la Unión Europea. Por último, aunque la moneda China continúa siendo firme, a pesar de las periódicas depreciaciones llevadas a cabo por el gobierno para controlar la inflación, el gran reto para este 2018 es acabar, especialmente con el bitcoin: desde el Banco Popular de China ya se ha alertado de los riesgos de una moneda sin control gubernamental.
China es un claro ejemplo de que no sólo es importante tener unos niveles del crecimiento del PIB elevados, sino también asegurar una cierta calidad de vida de los ciudadanos. El mero crecimiento económico no se traduce automáticamente en un elevado desarrollo humano, y China esto lo ha evidenciado con sus puntuaciones en el IDH. Las grandes desigualdades tanto sociales como territoriales, así como la baja cualificación de gran parte de su mano de obra, han afectado en gran parte a esta puntuación, evidenciando que aún le queda mucho camino por recorrer en términos de desarrollo y bienestar social.
¡Excelente análisis sobre la economía china!
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